martes, 24 de julio de 2012

DIARIO DE UN VOLUNTARIO VIII

Hoy hemos estado en el orfanato público de Pampanga. Lo que os voy a contar es muy duro. La experiencia más dura de mi vida y de la de Telmo sin duda. Telmo no ha abierto la boca desde que salimos del centro, y yo me considero una persona fuerte no siendo propio de mi este tipo de reacciones.
Os contare lo que vi por pasos  Os mando fotos, y os pido que juzguéis si son mostrables o no. Las de exteriores creo que si. Las de algunos de los niños me revuelven el estómago sólo de mirarlas. Las sacó Telmo a escondidas porque no querían fotos… Yo no pude ni intentarlo..
A nuestra llegada nos estaban esperando. Nos dieron buena comida como siempre aquí.. y nos pareció que la entrada y las trabajadoras estaban limpias y bien arregladas, incluso maquilladas… Se mostraban nerviosas y se notaba claramente que no les gustaba nuestra presencia. Nos contaron que tenían 70 niños de entre 0 y 6 años y que trabajaban 45 personas allí. Nos pareció genial.
Empezamos la visita y nos llevaron por los distintos habitáculos en los que estaban los niños. Eran sitios pequeños, sin aire acondicionado pese a estar a 35 grados, con ventanas de rejas. No nos dejaron acceder. Se veía a los niños desde las rejas sudando, con algún juguete que otro… con caras tristes y totalmente apáticos.
Seguimos andando y vimos a unos 15 niños jugando en la “sala de juegos”, era un recinto rodeado de rejas. Entramos a jugar y no querían. Cogí a un par de niñas  de tres añitos y el pañal pesaba un quintal, estaban tan orinadas que el orín les traspasaban el pantaloncito. El olor era insoportable. Les dije que estaban meadas y dijeron que sí. Se rieron y nadie hizo nada… El orín llevaba con ellas muuuucho tiempo
Fuimos a ver  a los niños con “necesidades especiales”. Eran niños que llevaban allí 4, 5, 6 o sabe dios cuántos años. Entramos y estaban permanentemente tumbados en camas. Salían 10 minutos al día fuera y el resto del tiempo estaban en un habitáculo mínimo postrados en camas. Les pregunté y dijeron que no hacían ejercicios ni rehabilitación de ningún tipo. Cito literal “la pediatra nos ha dicho que no vivirán mucho, así que nos los quedamos aquí porque nadie quiere adoptarlos”. Se me quedó grabado a fuego. Telmo creyó haberlo entendido mal. Me tuve que salir.
Telmo se quedó evaluando a un niñito con labio leporino que habían operado hacía poco. Tenía cinco años y llevaba allí toda la vida. Nunca se había hecho nada por el. No iba al cole, no sabía ni coger un bolígrafo… no hablaba… Imposible de evaluar.
Las nurses no paraban de sonreír y ser amables, y yo cada vez estaba peor.  Me ofrecí a ver a los niños como médico y me llevaron a la enfermería. La enfermera dijo que todos estaban sanos, y que si necesitaban médico ya los llevaban ellas. NO QUISIERON QUE EVALUARA A NINGÚN NIÑO. Exigí entrar y había como 10 niños.  Estaban SOLOS. No había ninguna enfermera allí.
Telmo tenía su segunda y última evaluación de un niño que llegaba al orfanato tras abusos físicos hace dos años. Tenía 7 años. Evidentemente el niño hizo unos tests muy pobres. No pronunció palabra. Nos dijeron que siempre estaba jugando sólo en una esquina de la habitación. Como siempre nadie había hecho nada por el.
Estabamos tan impresionados, tan asqueados, tan sorprendidos, tan… que pedimos irnos.
Os dejo. Estoy agotada, miles de ideas rondan mi cabeza. Os mando las fotos sin siquiera volver a verlas.